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ISBN 978-956-423-090-0

Donde el alma aún recuerda
Reflexiones sobre el amor que deja cicatrices y sobreviven al olvido

Autor:Orlando Haens
Editorial:Valderrama Hernández, Orlando Enrique
Materia:Instituciones concernientes a las relaciones de los sexos
Público objetivo:Jóvenes adultos
Publicado:2025-06-19
Número de edición:1
Número de páginas:140
Tamaño:15x23cm.
Precio:$10.000
Encuadernación:Tapa dura o cartoné
Soporte:Impreso
Idioma:Español

Reseña

«Donde el alma aún recuerda»

«Donde el alma aún recuerda» es una obra que entrelaza poesía, narrativa íntima y reflexión filosófica para explorar las huellas que deja el amor verdadero, especialmente aquel que no fue correspondido o que terminó dejando cicatrices profundas. A través de una prosa lírica, cargada de simbolismo y honestidad emocional, el autor, Orlando Haens, conduce al lector por los recovecos del duelo, la memoria, la esperanza y la espiritualidad.

Desde las primeras páginas, el libro se posiciona como una dedicatoria a quienes han amado desde la verdad y no han sido amados de vuelta, a los que han esperado con fe en medio de la incertidumbre, y a los que, pese a las heridas, aún creen que algo hermoso puede surgir de entre los escombros emocionales. El alma, como centro simbólico de la experiencia amorosa, se convierte en un testigo silencioso de todo lo que el corazón ha sentido, incluso cuando el olvido intenta imponerse.

El texto se estructura como una serie de reflexiones, muchas veces con tono epistolar o de confesión poética, que dan cuenta de distintas etapas del amor y la pérdida. No hay una cronología estricta, sino un fluir de pensamientos que se entrelazan, se detienen y vuelven sobre sí mismos, imitando el propio comportamiento de la memoria emocional.

Uno de los grandes temas que atraviesa el libro es la persistencia del recuerdo como forma de resistencia al olvido. El alma recuerda, aunque la razón quiera olvidar. Y recordar no es revivir el dolor gratuitamente, sino honrar lo que fue verdadero. La memoria, lejos de ser una carga, se convierte en un acto sagrado. Así, el autor nos invita a no avergonzarnos del amor que dimos, ni de la vulnerabilidad que mostramos. Todo ello es parte del trayecto humano que nos transforma y nos revela.

El dolor se presenta como una fuerza transformadora, pero no en el sentido superficial del crecimiento automático. Aquí el sufrimiento es mostrado en su crudeza, como un camino difícil que a veces no deja respuestas claras, pero sí revela verdades ocultas. No se romantiza la pérdida, pero sí se dignifica. Se acepta que algunas despedidas no tendrán explicación, que algunos amores no fueron posibles por razones que escapan al control, y que hay duelos que no se superan: simplemente se aprenden a llevar con más calma.

Hay un componente espiritual que atraviesa muchas de las páginas, en especial la presencia de Dios como testigo del amor dado y recibido, incluso cuando el otro no lo valora. Jehová aparece como el único que ve el corazón en su totalidad, el único capaz de comprender las intenciones más puras del alma humana. En este sentido, el amor no correspondido no es un fracaso, sino una ofrenda que trasciende lo humano. La justicia divina, invisible a los ojos del mundo, es aquella que sostiene al alma que ama sin recibir lo mismo a cambio.

La escritura de Orlando Haens posee una cadencia melancólica, con frases que suenan como versos suspendidos en el tiempo. Emplea recursos como anáforas, paralelismos, interrogaciones retóricas y una musicalidad constante que refuerza el carácter íntimo de la obra. La voz narrativa no busca respuestas simples ni finales felices, sino una contemplación sincera de las emociones, incluso aquellas que incomodan o duelen.

En varias secciones se abordan los mecanismos de defensa que el ser humano utiliza para no sentir: el orgullo, la indiferencia, el silencio forzado. Frente a ellos, el autor propone la honestidad emocional como un acto valiente. Decir lo que se siente, aunque no sea correspondido, es una forma de dignificar el amor. El silencio, en cambio, puede convertirse en una tumba emocional donde se entierran los sentimientos no expresados.

El libro también habla de la espera: esa fe silenciosa que sostiene a quienes aman sin garantías. Esperar no es una actitud pasiva, sino una forma de esperanza activa, de resistencia espiritual. A veces, el alma espera por un cierre, otras veces por una palabra, y muchas veces por un milagro. Pero incluso cuando nada de eso llega, la espera no es en vano si fue motivada por el amor sincero.

Otra sección profunda es aquella que aborda el valor de los detalles. El amor verdadero, dice el autor, no se mide por grandes gestos sino por pequeños actos cargados de intención. Un mensaje, una mirada, una presencia silenciosa. Incluso cuando ya no hay reciprocidad, el alma guarda esos instantes con reverencia. Y en los momentos de oscuridad, vuelve a ellos como quien recurre a un refugio.

La obra concluye —aunque nunca cierra del todo— con una invitación a no olvidar, no desde el rencor, sino desde la gratitud por lo vivido. Recordar es un acto de valentía, y también de amor propio. Es una forma de decir: «Esto que sentí fue real, fue mío, y aunque dolió, me reveló quién soy». Así, el libro no ofrece una solución mágica al desamor, sino una comprensión profunda del alma humana en sus momentos más frágiles y verdaderos.

En definitiva, «Donde el alma aún recuerda» es un canto a la autenticidad emocional. Es un libro que no tiene prisa por sanar, sino que permite habitar el dolor con dignidad, el recuerdo con reverencia y el amor con valentía. Es una obra para quienes han amado de verdad, han perdido sin explicación y aún así deciden seguir creyendo que, aunque el otro olvide… el alma siempre recuerda.

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