Reseña

Desde el título, desde el primer poema o prosa que también es poesía, esta frágil escritora de elegante pluma se desplaza con gracia y sin vacilaciones entre ambas formas en las que flota una nostalgia, quizás un Yūgen, como dicen los japoneses, para expresar un algo profundo o misterioso, un conocimiento del universo que evoca sentimientos y emociones inexplicablemente profundos, demasiado misteriosos para ser expresados en palabras, la triste belleza del sufrimiento humano que nos empieza a invadir y se apropia de nuestros ojos que no pueden ya despegarse de los finos textos de la autora. Claudia Barros escribe tan elegante y entrañablemente como cuando se autodefine como una persona tan común y corriente que no sabe cómo describirse, pero que a poco escarbar, descubrimos ha deambulado por el teatro, la literatura, la comunicación audiovisual para, finalmente, estudiar artes plásticas de donde egresó con mención en escultura...y, esta es una de las especialidades en que hay que tener capacidades extraordinarias para lograr dar vida a la materia inerte.
Claudia Barros nos presenta ésta, su primera obra, una incursión pionera de una artista de gran sensibilidad a la que además le gusta el cine, leer un buen libro escuchando música selecta y acompañada de un buen café... Nada común hay en ella, que con lo que hace practica el Ikigai, es decir, la razón de vivir, aquello que hace que te levantes cada día. Para encontrar esta fuerza, es necesaria una profunda búsqueda interior.
Hay que leer este libro para saber lo que es escribir desde las entrañas, desde la sensibilidad desnuda. Hay que leerlo para aprender a vivir.
Cristina Wormull Chiorrini