Agridulce
Ollie Walsh vive en un pueblo donde no es bienvenido. Desde su tierna infancia, ha sido objeto de burlas por no comportarse ni expresarse como los demás chicos del lugar, quienes nunca desaprovechan la oportunidad de recordarle que su existencia es un error. Durante un tiempo, tras el abandono de su padre, él les creyó, pero gracias al apoyo y amor incondicional de su madre, pudo salir adelante y brillar sin importar el acoso de sus vecinos y compañeros. Porque Ollie es feliz cuando logra coordinar un atuendo armonioso, pinta sus uñas con precisión de color rosa y coloca brillo sobre sus parpados.
Un violento ataque ocurrido en un callejón lo lleva a reencontrarse con Sophia, una amiga de infancia, quien acaba de regresar al pueblo. Ella se acerca a Ollie como si los años no los hubiese distanciado, como si estar cerca de él no fuese a arruinar su reputación. No es de extrañar, pues la chica siempre fue diferente al resto, lo que sí llama su atención es lo cercana que parece ser con Adrien Davis, un chico violento, cubierto de piercings y tatuajes, a quien no le interesa oír a sus profesores ni hacer amigos.
Adrien, quien puede ser cruel con sus palabras y prefiere la soledad para así poder proteger su corazón de intrusos, está seguro de que Ollie no le agrada por su fragilidad e incapacidad de defenderse. Sin embargo, ¿por qué le ha afectado tanto verlo como a una herida mariposa en ese callejón?
Tras un inesperado rescate, sus filosofías chocan. Lo que parecía diferenciarlos termina por acercarlos y la cercanía los vuelve el desafío del otro. Este revoltijo de emociones los llevará a descubrir que las decisiones inesperadas, palpitares incontrolables y una combinación agridulce puede desembocar en un romance imperdible.
Sin duda, sus vidas hubiesen sido muy distintas si no se hubiesen atrevido a probar algo nuevo y desafiante.