Reseña

La obra que nos entrega el poeta Samuel Leal —como en una hermosa y compleja sinfonía—busca los intersticios de la urbe. Es la búsqueda liminal del ser de una ciudad que es río más que ribera, puente, más que calle. Una ciudad que se detiene en los márgenes, que jamás llega al Parque Forestal, al jolgorio de los niños, al paseo de los amantes. Santiago es esa urbe llena de carencias, de espacios solitarios, de tenues acercamientos entre corazones ajenos al movimiento fantasmagórico de los transeúntes, apenas habitantes de un espacio cuyas historias van siendo olvidadas si no fuese por la voz de sus poetas. Leal es uno de ellos, quien se atreve a mostrarnos su propia memoria de las cosas, situada en el ser más que en el tiempo. Su voz juega entre el vacío y la plenitud. Son sus silencios espacios llenos de significados, haciendo testigo al lector de su existencia, ecos de caminatas por las urbes que ha habitado y de la carga que sostiene.

La comunión de Ribera Norte y Ribera Sur —sus poemarios previos— reunidos en este texto a través de un corolario que le da sentido y orden, le transforma en un poeta de la urbe, imprescindible y necesario, más aún cuando todo nos aliena y aleja de la creación de comunidad.

Eleonor Concha, poeta.