Cronistas
Testigos únicos de un nuevo mundo
La conquista fue una gran empresa militar, política, económica, religiosa y espiritual. Todo debía ser reinventado en el nuevo mundo: se requería de un sistema militar que trasladara y apertrechara a miles de hombres que combatían muy lejos de Europa; debía crearse un sistema político y administrativo que organizara y diera orden al caos, para lo cual se crearon los virreinatos, gobernaciones, audiencias, cabildos y corregidores. También se debía buscar una forma de incentivar a los conquistadores a emprender la aventura asegurándoles el otorgamiento de terrenos y de mano de obra para explotar sus riquezas, así se crearon las encomiendas y las mercedes de tierra, otorgadas a cambio de un tributo o diezmo que se debía hacer llegar a la Corona. Debían fundarse nuevas ciudades para congregar a los vecinos, españoles e indígenas, y se enviaron agrimensores y arquitectos para hacerlas realidad. Llevar la palabra de Dios también requería dedicación y trabajo; cientos de iglesias y conventos se construyeron por doquier y las principales órdenes religiosas destinaron a sus representantes con el objetivo de cumplir el mandato de evangelizar y educar a los nuevos súbditos.
Siguiendo la saga iniciada con Navegantes, en este nuevo libros de la Editorial escolar del CEUS USS, los cronistas que relatan esta epopeya son una iguana, un perro, unos niños, unos búhos, un yaguareté, un árbol, una espada, un penacho, unas llamas, unos ángeles, una alpaca, una moneda, un abanico, un cóndor, unos ratones, unos caballos y también la Virgen del Socorro.