Reseña

El joven poeta Paulo Wirimilla se incluye en la nueva generación de autores de origen huilliche que escriben desde la interculturalidad. Las apelaciones a Vallejo, Borges y José Emilio Pacheco parecen ser las coordenadas que orientan las aventuras del bandidaje rural, en el lenguaje mutro que emerge del cruce étnico y cultural característico de los espacios sureños. Así, la letanía indigenista, la ranchera mexicana y la baguala pampina hacen la música de fondo de esta "poesía del lejano sur", que alterna el desvarío de la violencia con repentinas visiones ancestrales: “que los ríos vuelvan como lágrimas de otros ríos” (Espero la llegada de un gran espíritu).

Un amplio espacio de dicción le espera a este naciente repertorio que yuxtapone el antiguo decir étnico con el slang citadino que invade la ruka. Una primeriza puesta en escena de la realidad lingüística del sur, donde la convención de la nostalgia retrocede ante el empuje de las navajas.
—Clemente Riedemann