Reseña

Un entramado de voces y hablantes surgen De Santiago quiero acordarme, originalmente reconocemos la voz de Álvaro Tarfe, moro natural de Granada, quien rescatara “El Quijote” de Avellaneda para declarar luego que el auténtico Quijote es el de Cervantes, quien da fe de que estos versos son de su autoría, poseído por epifanías y desvaríos, para luego irse abriendo en múltiples hablantes en uno y otro tiempo, con el único emblema del Caballero como guía, el del Caballero Andante, auxilio de viudas y consuelo de huérfanos, esa ética fantástica de otrora. Pero este, viajero del tiempo además, y en alguna parte compañero de ruta del “Cristo de Elqui”, encuentra en Babel, en el caos de las letras y palabras el orden que la poesía levantó a verso firme el idioma, el único, el pequeño dios… Irreverente, ante el devenir y la misma poesía, “Es tan corta la niñez, y es tan larga mi hipoteca”, este Álvaro Tarfe que en “Charquicán Trascendental”, aburrido del menú ejecutivo y harto de las ventas y posadas “al paso”, opta por el menú metafísico, que sabe a charquicán trascendental, con De Rokha también sumergido en sus voces, y Tarfe, las voces de Tarfe, “escribe furiosamente a ciento veinte palabras por hoja, mientras la policía de la Real Academia intenta atrapar, los versos libres que escapan de tu cabeza”. De Santiago quiero acordarme, un libro necesario entre tantos. Juan Pablo Anaximandro, una fuerte voz para seguir atentamente.

— Roberto Rivera Vicencio