La dosis mínima para no soñar
En un mundo programado, el error es humano
En un futuro cercano, la regulación emocional se ha convertido en una política de Estado. Cada persona recibe la dosis mínima necesaria para mantenerse funcional, estable y predecible. Sentir demasiado es un error. Soñar, un riesgo.
El sistema no castiga ni reprime: administra. Promete bienestar, equilibrio y seguridad a cambio de una obediencia silenciosa. Pero cuando alguien comienza a cuestionar los límites de ese cuidado obligatorio, la estabilidad revela su verdadero costo.
La dosis mínima para no soñar es una novela de ciencia ficción distópica que explora el control invisible, la administración del afecto y la violencia suave de los sistemas que intervienen sobre el malestar humano. Un relato inquietante y verosímil que tensiona las fronteras entre libertad, salud y poder.