Tea Party 3
Muestra dinámica de poesía latinoamericana
Imaginemos que la poesía pudiera correr algún peligro. No lo corre porque la poesía es inmune a toda clase de ojiva —piensa para estos efectos en las cucarachas y el arte de comer plutonio-239—. Pero imaginemos que sí es posible y que el peligro que la acecha es concebirla como una carrera de equinos con esteroides o, peor aún, como una mala secuela de Highlander: sólo puede quedar uno. De esas contiendas, de las chispas que saltan del choque de espadas o strap-ons, deviene no la coronación del mejor poeta, sino la sobrevida de la peor poesía. Entendamos, pues, esta muestra anómala, una latinoamerican party con poetas que piromanean las fronteras al mismo tiempo que otros cuestionan la pertinencia de la palabra arder, como un ensayo o tentativa de la sentencia de Lautréamont: algún día la poesía será escrita por todos. De qué otra manera entender una fiesta a la que asisten autores tan disímiles haciendo las veces de paracaidistas o invitados de honor, sino como la previa de un sindicato de mutantes uniendo fuerzas contra los poetas formularios, los poetas estatales, los poetas licenciados, los poetas fisicoculturistas, vale decir, la guerrilla de los Power Rangers transformados en Megazord escribiendo a la contra de caballos hormonados y christopherlamberts del Tercer Mundo. Una analogía burda y antojadiza sobre una fiesta del té en que 24 juegan a ser todos los poetas del mundo.