La oscuridad se mece entre palabras
Ficciones y autoficciones
Desde que la escritura de las mujeres se insertó en la sociedad, desde que esa escritura intentó ocupar un espacio, en aquel momento surgió la tensión. La voz de las autoras se abrió paso en un campo minado de jueces que posicionaban las obras del mañana, instalando en ellas una resistencia que hasta el día de hoy hace eco en la creación: “escribir doblemente el silencio y lo silenciado” en palabras de la crítica Raquel Olea.
La oscuridad se mece entre palabras, ficciones y autoficciones, pertenece a esa memoria. La memoria de una escritura que se desliza por el borde de la historia repleta de ternuras y terrores. Una escritura sublime que encarna la contradicción como elemento de vida, demostrando que esa línea divisoria interpuesta entre realidad y ficción se vuelve cada vez más líquida cuando es observada desde los ojos del margen: los ojos de la escritura femenina.
¿No es el miedo un mueble más de la casa del hoy? ¿No vemos las distopías a diario desde la ventana? o ¿no es más difícil en la actualidad encontrar el amor, la aceptación y la tolerancia? Y así la oscuridad se va meciendo entre las palabras que articulan estos nueve capítulos, como un viaje que abriga y expone, consuela y atemoriza porque desnuda, y no es fácil vernos así en el espejo: éste nos devuelve también su mirada.
María Rosa Casanova, escritora